En el marco de su exposición en Galería Animal, en la que presentó la instalación homónima, Carlos Leppe realizó una acción el día 9 de noviembre. Contra un muro ennegrecido con pintura y hollín, estaba dispuesta una silla vieja y una mesa de centro circular sobre la que estaba depositada una palangana de esmalte estampado y una botella con una vela ensartada en su gollete. Un gran combo para demolición estaba apoyado contra la mesa.
Leppe ingresó a la sala con el torso desnudo, vestido de un par de pantalones negros, descalzo, con los pies vendados. Caminó con dificultad arrastrando un par de pantalones negros cuyo interior fue llenado de piedras. Tanto la parte de la cintura como de los pies fue obturada mediante una costura grosera realizada con alambre. Leppe arrastró con dificultad el bulto hasta dejarlo junto a la silla.
Acto seguido se encaramó sobre ésta y con el auxilio de un alambre fijó entre los dedos de la mano izquierda una vela, mientras en la mitad del brazo derecho colocó un puñal de utilería que simulaba estar clavado atravesando el miembro.
En esta condición, de pie sobre la silla, tomó un papel que traía consigo entre sus bolsillos y comenzó la lectura de un texto cuyo contenido no ha podido ser a la fecha reconstruido. Al final de la lectura comenzó a llamar a gritos a una persona a quien debía encomendarle una tarea. Desesperado, gritaba su nombre: “¡Gutiérrez! ¡Gutiérrez!”.
Finalmente, descendió de la silla y se encaminó velozmente hacia la salida.
